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QUE GANE EL QUIERO LA GUERRA DEL PUEDO - COLUMNA por Dr. Abel Cornejo

Perfil de Abel Cornejo en HolaSalta: https://holasalta.com/profile/abelCornejo



Así dice una estrofa de Joaquín Sabina, nada más adecuada y justa que para la realidad post electoral que nos tocará vivir a los argentinos a partir del 10 de diciembre. Sin duda alguna, un amplio espectro de incertidumbre se abre sobre el futuro de nuestro país. Particularmente, cuando honrando promesas de campaña, porque en eso se debe ser ecuánime, Javier Milei no hizo promesas vanas, sino que desde antes de ser electo anunció una serie de medidas de ajuste que llevará a cabo desde el momento mismo en que asuma como Presidente de la Nación. Es decir Milei no engañó a nadie. Lo que se avizora como política de Estado a mediano y largo plazo es que su intención es achicar el Estado, bajar a niveles exponenciales el gasto público, suspender la obra pública y buscar un equilibrio no sólo en la balanza comercial, sino también en la moneda, respecto de la cual, sus soluciones la dolarización y liquidación consecuente del Banco Central a fin de que nunca más se emita circulante sin respaldo. Todo ello, según sus propios dichos, le llevará entre dieciocho meses a dos años, es decir la mitad de su mandato. Con lo cual, debería desaparecer la inflación. Y también debemos decirlo, es probable que si no desaparece quede reducida a menos de un dígito. Mientras tanto debe lidiar con diferentes tipos de cambio, cepo incluido más Lelics y Lebacs. Milei reivindica algunos aspectos de la gestión macri y no tiene experiencia en el manejo de la cosa pública, lo cual no es un dato menor. Como tampoco que es un fenómeno formidable que en dos años, de ser un comentarista televisivo con dotes histriónicas, se convirtió en presidente sumando una enorme cantidad de votos.


Ahora bien, resulta indiscutible que la economía nacional está en un punto crítico. El presidente electo se define como el primer mandatario que alcanza el poder en la historia de la humanidad - afirmación textual - que es liberal libertario, lo que en realidad es una fórmula más elegante y que genera menos que rotularse como anarcoliberal. Tal vez porque el anarco liberalismo pretende sustituir la mayoría de los roles del Estado y reemplazarlo por una suerte de regulador ideal que es el mercado. La idea liberal libertaria propende al Estado mínimo. Probablemente, todas las recetas de ajuste que el gobierno que va a asumir se propone a realizar, desde el punto de vista estrictamente monetario tengan éxito. En el camino se piensa que la venta de empresas públicas de servicios como Y.P.F, Aysa, TV pública, Telam, o Aerolíneas, contribuyen a la solución del problema y a paliar la crisis para evitar un escenario de hiperinflación. Lo que en la jerga política se conoce como “operación garrocha” es decir saltar de un espacio a otro, ya se inició. El presidente, sin embargo, tiene ciertas aprehensiones al salto masivo de los nuevos libertarios convertidos después de la derrota. Prefiere, parecería, inclinarse hacia un pragmatismo de mixtura entre un sector del peronismo más el ala dura del PRO y acaso algún gobernador radical con intenciones de realizar vuelos de aproximación al calor del nuevo poder en ciernes.


Mientras tanto, lo que ahora pasó a ser la oposición a Milei, es un espacio sumido en el desconcierto más absoluto, porque el balotaje ocasiona esos fenómenos de reacomodamiento. Máxime que las cifras finales de una segunda buena no son exactamente equivalentes a los votantes genuinos que se expresaron en el primer turno electoral, donde sí eligieron de acuerdo a lo que piensan o sienten. En cualquier caso, hay dos caminos que empiezan a observarse en el horizonte. Uno, que si todas las medidas que aplique el nuevo gobierno son exitosas en cuanto a bajar la inflación y ordenar las cuentas públicas se refiere, Milei se consolidará en su liderazgo sin duda alguna. Ese ajuste será duró, generará inquietudes y protestas y una vez concluido, generará un cambio de época. Siempre que tenga éxito, valga reiterarlo. En definitiva, que gane el quiero la guerra del puedo.


El otro sector, deberá realizar una profunda autocrítica y reivindicar que el rol del Estado y la justicia social no son entelequias ni “la representación del maligno”, sino formas de una sociedad solidaria. Sin duda que ese nuevo Estado que emerja después de la crisis debe ser eficiente y capaz de financiarse sin generar endeudamiento. Tal vez en alianza con los sectores de la producción pueda generar un nuevo modelo argentino de expansión y crecimiento basado en el desarrollo humano integral, sin que el poder económico quede concentrado en unos pocos. Y también es necesario insistir que para evitar cualquier desviación en la discusión entre esos dos modelos tan antagónicos en pugna, será el Congreso nacional la institución en que la República juegue su futuro y hasta su subsistencia.


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