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La historia de los Vilca Condorí, desde las yungas salteñas al combate en Malvinas

(Por Paola Soldano) Cuando los hermanos Juan Bautista, Anastacio y Mario Vilca Condorí dejaron la comunidad kolla del norte salteño para enrolarse en la Armada Argentina no imaginaron que la guerra de Malvinas los uniría en el combate y que Mario, el menor de ellos, desparecería para siempre en el hundimiento del crucero ARA General Belgrano.

Los dos sobrevivientes, Anastacio y Juan Bautista, se reunieron en Salta esta semana para rendir homenaje a su hermano fallecido en Malvinas y conversaron con Télam sobre su destino y su historia. "Mi destino fue el ARA Bahía Paraíso, que después se transformó en buque hospital. Juan Bautista, que ya llevaba varios años de servicio en la Marina, era artillero, y a fines de 1981 le tocó el mismo destino que a Mario, así que los dos estaban embarcados en el Crucero ARA General Belgrano", contó a Télam Anastacio Vilca Condorí. Cuando en la tarde del 2 de mayo de 1982, el Ara General Belgrano se hundió en las frías aguas del Atlántico Sur por el ataque de un submarino británico, Mario, de apenas 16 años, y Juan Bautista Vilca Condorí estaban en el interior del crucero. Ellos, junto a Anastacio, eran tres de los nueve hermanos de la familia Vilca Condorí, miembros de la alejada comunidad kolla de Los Naranjos, apostada en la zona de yungas del departamento Orán, a unos 300 kilómetros al norte de la capital salteña. Anastacio, que al momento de la guerra ya era enfermero naval y tenía 21 años, recordó que "nunca rescataron el cuerpo" de Mario, que "era el más joven de los soldados", y "no se sabe si pereció en las aguas o quedó atrapado en el crucero".

Mario "estaba en su segundo año de navegación. Eran sus primeras navegaciones como personal de servicio, y en combate cumplía la función de bombero, de lucha contra incendios", reveló Anastacio al referirse al más joven de los tres hermanos: "Casi siendo un niño, ya estaba a bordo de un buque de guerra". Anastacio relató que Juan Bautista decidió ingresar a la Marina, y con el tiempo lo siguieron él y Mario: "La situación económica de mis padres de pronto cayó y se tornó desesperante. Ahí empezamos a buscar un lugar para estudiar sin demandar gastos". "El mayor impacto de la guerra fue en mi familia, porque mi madre no resistió, se enfermó y falleció a los dos meses del final de Malvinas. Ella estaba convencida que ninguno de sus hijos iba a volver", rememoró Anastacio. "Mi padre quedó muy mal, afectado psicológicamente, y lo triste es que teníamos tres hermanas pequeñas", de las que "nos hicimos cargo" con Juan Bautista. A pesar de todo, Anastacio, quien dejó la enfermería y se convirtió en abogado, consideró que el saldo de Malvinas para él fue "muy favorable", porque su difícil función de enfermero desplegada durante los días de combate le generó una gran "satisfacción". "Si bien el objetivo final general, que era posicionarnos en las islas y no perder la batalla, no se dio, fue una experiencia importante", comentó; al tiempo que recordó que los propios "soldados enemigos", que "eran profesionales", destacaron la valentía de los combatientes argentinos.

Además, la guerra le despertó a Anastacio la inquietud por la lucha de los pueblos originarios por la tenencia y la propiedad de sus tierras. "En Malvinas pude ver cómo, desde un lugar extraño a nuestra propia soberanía, venían países a apropiarse de nuestro territorio, disponiendo de nuestros derechos", señaló. Esa situación concreta le permitió visualizar lo que sucedía en Los Naranjos y las comunidades vecinas con los "pueblos originarios cuyas tierras les pertenecían" cuando "desde un lugar extraño venían y se las apropiaban, con un título impuesto". El excombatiente, que brinda charlas en los colegios sobre el conflicto bélico, comentó que Malvinas también lo "ayudó muchísimo a reflexionar sobre la identidad y el amor que uno siente por su Patria", y despertó en él "un principio de cooperación y solidaridad con la comunidad". Al regresar de las Islas, y tras permanecer como prisioneros, se involucró de inmediato en la lucha contra "la problemática de los veteranos en la posguerra". Juan Bautista contó en detalle a Télam cómo buscó desesperadamente a su hermano en el Ara General Belgrano "hasta agotar todas las posibilidades", incluso arriesgando su vida, cuando "un ángel" lo tomó del brazo y lo salvó de ingresar a un sector del que probablemente no iba a poder salir.

"Dentro de esa búsqueda encontré muchos heridos, muchos quemados, muchos pidiendo auxilio, y en algunos casos los pude ayudar", resaltó. Para él, "fue difícil" no encontrar a su hermano, porque quedó sin saber qué decirle a su madre y a su mi familia. "Siempre tuve la esperanza de que se haya salvado y que apareciera después, pero no fue así", se lamentó. Juan Bautista fue "el primero en ingresar a la Armada", impulsado por su tío y por sueños que tenía de chico: "soñaba con barcos sin conocer los barcos, con el mar sin conocer el mar, y todo eso se me hizo realidad en la Marina". El mayor de los tres completó su carrera en la Marina, donde intervino en otros conflictos como el del Canal de Beagle y la Guerra del Golfo Pérsico.

"A pesar de haber perdido un hermano, a mi madre, a amigos y compañeros, a mi barco, todo lo que yo quería, aun así, tuve que seguir adelante y superarme para seguir mi carrera", reflexionó, y criticó el reconocimiento " tardío" y "la falta de entendimiento de cómo tratar a los veteranos". "Tras la guerra, quedás desamparado totalmente. Se viven muchas cosas y la contención del Estado a la familia fue nula", indicó. Finalmente, señaló: "Me queda esa secuela de la vida de recordar siempre lo difícil; pero, a su vez, también de sentirme bien por haber pasado una fuerte experiencia de vida, y la puedo contar".

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