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El Gobierno festeja y dice que la inflación de mayo fue del 1,5% ¿Le crees? ¿Qué dice la calle?

El Gobierno, con Luis Caputo al frente, se jacta de un supuesto triunfo: la inflación de mayo 2025 fue del 1,5%, según el INDEC, el índice más bajo en cinco años, con trece meses consecutivos de desaceleración.


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La inflación acumulada en los primeros cinco meses del año alcanzó el 13,3%, y la interanual se ubicó en 43,5%, la menor desde marzo de 2021. Pero, ¿es este un logro genuino o un relato maquillado? ¿Qué dice la calle, donde el alivio no se siente?


El IPC Nacional registró un 1,5% mensual, con una inflación núcleo del 2,2%, estacionales cayendo un 2,7% y regulados subiendo un 1,3%. Restaurantes y Hoteles (+3,5%), Comunicación (+3,1%) y Vivienda, agua y electricidad (+3,1%) lideraron los aumentos, mientras que las frutas bajaron un 6% y la carne subió un 2,3%.


Las proyecciones privadas, como el REM del BCRA (2,1%), Libertad y Progreso (1,8%) y EcoGo (1,9%), fueron algo más altas, alimentando dudas sobre la veracidad de los datos oficiales. La Canasta Básica Alimentaria (-0,4%) y la Canasta Básica Total (+0,1%) mostraron variaciones mínimas, un dato que el Gobierno exalta como histórico desde 2016 gestión de Macri.


Sin embargo, la realidad es más cruda. El poder adquisitivo de los argentinos se desplomó: los salarios reales cayeron un 20% en promedio desde 2023, según estimaciones de consultoras privadas. Las paritarias, siempre a la zaga, no logran recomponer el ingreso frente a los aumentos acumulados, dejando a los trabajadores en una carrera perdida contra los precios. Las jubilaciones, en tanto, son una tragedia: la mínima, de apenas $223.000 en mayo 2025, está por debajo de la línea de pobreza ($350.000 para un adulto mayor, según índices privados), condenando a millones de ancianos a la miseria. Mientras el Gobierno habla de “desaceleración”, los jubilados no pueden comprar medicamentos ni cubrir necesidades básicas.


El relato oficial omite un detalle clave: no hay inflación galopante en pesos, pero vivimos en un país dolarizado. Los bienes y servicios esenciales, desde alimentos importados hasta tecnología, se mueven al ritmo del dólar, que acumula una suba del 50% en el último año.


Esta “inflación en dólares” pulveriza los ingresos de una población que cobra en pesos devaluados. Un electrodoméstico que costaba USD 200 en 2023 hoy requiere el doble en pesos, aunque el IPC no lo refleje del todo. La baja en frutas es una anécdota cuando la carne, el pan y los servicios esenciales siguen subiendo.


La desconfianza en los números oficiales no es nueva. Cuando Cristina Kirchner era presidenta, los actuales funcionarios, entonces en la oposición, acusaban al INDEC de manipular datos y dibujar la inflación. Decían que el organismo mentía para ocultar la crisis.


Hoy, con el mismo INDEC bajo su control, celebran sus cifras como verdades absolutas. ¿Podemos decir que el INDEC miente ahora? Las discrepancias con las consultoras privadas, la sensación térmica de la calle y la falta de transparencia en la metodología generan escepticismo. La inflación núcleo (2,2%) y los aumentos en sectores regulados sugieren que el 1,5% podría ser más un logro estadístico que una realidad palpable.


La calle no festeja. Los argentinos ven cómo sus ingresos se licúan, las paritarias no alcanzan y las jubilaciones son una burla. La media móvil de seis meses, que el Gobierno destaca como la más baja desde octubre de 2020, no consuela a quien no llega a fin de mes.


La euforia oficial choca con una sociedad agotada, que duda de las cifras y siente que el costo de vida, en pesos o en dólares, sigue siendo una batalla imposible. ¿Le creés al 1,5%? La calle, harta, dice que no.

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